En la última década, Etiopía se ha enfrentado al reto de alcanzar un mayor grado de autoabastecimiento energético. Con el río Nilo como telón de fondo, la gran propuesta nacional tiene nombre propio: La Gran Presa del Renacimiento Etíope.

UN PROYECTO AMBICIOSO

En 2011, el gobierno etíope encontró en la empresa italiana Salini Impregilo un socio clave para la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD). El contrato adjudicado tenía un valor de 4.800 millones de dólares e incluía la construcción de la presa, el embalse y la central hidroeléctrica.

El 31 de marzo de 2011 se anunció públicamente el proyecto, cuya primera piedra fue colocada por el entonces primer ministro etiope Meles Zenawi el 2 de abril del mismo año. La zona seleccionada para la construcción fue la región de Benishangul-Gumuz, que radica en el noroeste del país, y se estimó que la obra estaría terminada en julio de 2020. Con respecto a la financiación, se compuso primordialmente de bonos del Estado y donaciones privadas. Esta obra tiene como objetivo proporcionar agua y electricidad a la población etíope, ya que casi 80 millones de personas no tienen acceso a estos servicios básicos en el país. En septiembre de 2023, el actual primer ministro etíope, Abiy Ahmed, anunció la finalización de la última etapa de llenado de la Gran Presa del Renacimiento.

 

MALESTAR EN EGIPTO Y SUDÁN

No obstante, la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope ha generado un fuerte conflicto internacional con el resto de países que tienen el Nilo como importante motor vital, económico y estratégico: Egipto y Sudán.

Egipto, que se encuentra a más de 2.500 kilómetros aguas abajo del emplazamiento de la presa, se ha opuesto a la construcción de la presa, ya que considera que reducirá la cantidad de agua disponible del Nilo, que provee el 96% del agua del país. Por ello, Egipto pide a Etiopía que la construcción no interfiera en el caudal de agua que luego tiene que llegar a su territorio.

En 2020, Egipto presentó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para que se pronunciara sobre la legalidad de la GERD. La CIJ emitió un dictamen en 2023, en el que dictaminó que Etiopía tiene derecho a construir la presa, pero que también tiene la obligación de cooperar con Egipto y Sudán para garantizar un uso sostenible del río Nilo.

Por otro lado, Etiopía niega que la presa vaya a tener un impacto negativo en los flujos de agua aguas abajo y sostiene que, de hecho, la presa aumentará los flujos de agua hacia Egipto al reducir la evaporación en el lago Nasser. Tras casi una década de negociaciones, prácticamente desde que se presentó el proyecto, ha sido imposible llegar a un acuerdo entre los países implicados y las tensiones se reavivan cada cierto tiempo.

El impacto ambiental de la Gran Presa del Renacimiento Etíope en el Nilo Azul es un tema de gran preocupación. Etiopía sostiene que la presa es una infraestructura esencial para su desarrollo económico y social, y que ayudará a mitigar los efectos del cambio climático en los países río abajo. Sin embargo, se espera que el funcionamiento de la presa tenga un impacto ambiental significativo en una región ya devastada por crisis económicas, sequías y conflictos armados.